domingo, septiembre 17, 2006



PHINEAS GAGE EL HOMBRE PERFORADO.

Phineas Gage era un modesto obrero, responsable y gentil que estaba trabajando en la construcción de las vías del ferrocarril del Estado de Vermont en los EE.UU. El 13 de Septiembre de 1848 le es encomendada la misión de destruir una enorme roca que obstruía la línea trazada por los ingenieros. Para lograrlo, el obediente Phineas debe hacer una profunda perforación en la piedra, llenarla de pólvora, apisonarla con una barra de metal, tapizarla de arena y, finalmente, hacerla explotar. Sin embargo, cuando está apisonando la pólvora, la fricción de la barra con las paredes del hoyo hace saltar una chispa y se produce la detonación. La barra -de más de un metro de largo- sale expulsada como un misil, atravesando la cabeza de Phineas Gage en su trayectoria. Increíblemente, el obrero sobrevivió al accidente. No sólo eso. Al ser auscultado por los primeros médicos que lo atendieron, estaba lúcido y podía recordar con precisión todo lo ocurrido. Estuvo dos meses convaleciente, perdió mucha sangre, casi murió producto de una infección que tuvo en la herida, pero su salud física paulatinamente se reestableció. Lo que no se puede decir de su estado mental. Su personalidad era distinta. Con una notoria merma intelectual, el amistoso Phineas ya no era tan amistoso. Se convirtió en un sujeto agresivo, poco respetuoso con sus colegas, grosero (tanto en su lenguaje como en sus actitudes), temperamental y vacilante, preparando grandes planes que luego abandonaba sin ningún motivo. Sus amigos no le reconocían. Además el empleado modelo que fue en el pasado se convirtió en un tipo holgazán e irresponsable. Phineas era otro.

En realidad, no se sabe si con la explosión Phineas perdió algo de su cerebro, pero se cree que la barra separó los lóbulos del resto de la cabeza alterando su actividad cerebral. Su caso no fue estudiado en forma acuciosa por la medicina. De hecho, tuvo publicidad porque, con su barra bajo el brazo, Phineas vagó por EE.UU. exhibiéndose a sí mismo como un fenómeno en ferias y circos. Curiosamente, pasó sus últimos años en Valparaíso (tratando de montar una línea de coches de caballos) hasta regresar a San Francisco donde murió en la indigencia en una institución mental después de sufrir varios episodios epilépticos.