¿QUE ES LA VEJEZ?
Mi padre tiene setenta y seis años y a pesar de ser un hipocondríaco de manual, ha gozado siempre de una salud que podría calificarse de muy buena. Ha ido envejeciendo como suele suceder, sin que los demás nos dieramos mucha cuenta. Tanto él como mi madre son perfectamente autónomos. Salen con amigos a pasear y a comer con un apetito que ya quisieran muchos más jovenes. Él conduce todos los sábados junto a mi madre los sesenta kilómetros que hay hasta el pueblo para ver a mi hermano y a su mujer y sobre todo a los nietos que allí tiene y de paso hechar el aperitivo con amigos que siguen conservando desde hace casi setenta años.
Pero el pasado jueves se rompió un pié. Una caida tonta desde un simple bordillo, un metatarsiano fracturado, una férula de escayola y cuatro o cinco semanas de inmovilización.
Hoy he ido a buscarlo para llevarlo al traumatólogo y me he encontrado con un hombre taciturno y asustado, que apenas podía sostenerse para pasar de la silla de ruedas al coche, que le temblaban las manos y le pesaba su propio cuerpo como una losa. En apenas cuatro días parecía haber envejecido diez años.
Pensando en ello me he planteado como asumimos los humanos la vejez. Si realmente hacemos todo lo posible para prepararnos a asumirla cuando llegue o por el contrario la vamos soslayando hasta que un día se nos cae encima como un tren de carga. Si aún siendo septuagenarios u octogenarios pero gozando de buena salud nos negamos a aceptarla hasta que una nimiedad, un tropezon contra un bordillo, nos la arroja a la cara con toda su crudeza.
Creo que hoy, a mis cuarenta y siete años, me he parado por primera vez a pensar seriamente en el hecho de la vejez, la pérdida de facultades, la decrepitud y la muerte cercana y confieso que me siento confuso, triste y algo asustado. ¿Como será mi propia vejez?, ¿como la llevaré cuando llegue?, ¿la aceptaré de buen grado o por el contrario seré un abuelo pelmazo?.
Es curioso como un simple traspies, el fortuito accidente de alguien a quien en tu niñez creiste invencible y todopoderoso, halla abierto ante tí un abismo de incertidumbres y zozobras que nunca antes te habías planteado.
6 Comments:
Me sabe muy mal por lo de tu padre. No hemos de ser tan pesimistas. Hemos sido muy afortunados en poder vivir en esta época y habernos librado de guerras y esclavitudes.
No sé qué pasará cuando llegue la vejez, pero, por el momento, hemos de disfrutar de la vida junto a los nuestros.
Salud!
Gracias por tu apoyo. Es muy gratificante. Con el paso de los días estoy mucho más animado, pero es que me pilló de sopetón y me dió un poco de yuyu.
Abrazos.
Me ha impactado tu post, Álvaro. Tienes mucha razón cuando dices que nosotros mismos nos negamos a admitir que llegará el momento en que las fuerzas nos abandonen y , posiblemente, la salud también.
Mi padre murió en 1996. Él había sido un hombre de aspecto frágil, pero con una vitalidad y nervio que creyó (y creímos) que jamás perdería. Era fumador y había trabajado siempre entre harina por lo que contrajo un enfisema pulmonar que arrastró durante muchos años.
Tu post me ha hecho recordar una frase que me dijo una de las últimas veces que lo acompañé al médico. Lo sentaron en la camilla y lo hicieron quedarse sin ropa de cintura hacia arriba. Me dió una gran pena ver aquel cuerpo flácido y sin la vitalidad que durante muchos años había tenido. No sabré nunca si fue casualidad o que leyó en mis ojos lo que por mi mente pasaba en aquel momento. Sin saber por qué, sólo me dijo "ay, hija, si a mí me hubieran dicho que algún día iba a acabar así, no me lo habría creído".
Hola de nuevo.
Ayer, Quiosquero llegó de tomarse un café y me dijo que estaba ya al límite de sus fuerzas; así que cerré el comentario y nos pusimos a recoger el tenderete. Por eso hoy termino lo que te quería decir: ¿os animais a venir el viernes? Nos haría mucha ilusión contar con vosotros para la presentación del segundo libro.
Un abrazo,
Quiosquera
Lo siento mucho.
Ya hace tiempo de este post, pero he llegado a través de alicante vivo (me he puesto a dotorear tu perfil, claro) y me siento solidario contigo. Con mi padre pasó casi lo mismo. El pobre. O pobres nosotros, nunca se sabe.
Publicar un comentario
<< Home