viernes, septiembre 22, 2006



PELUCHES AL SOL

Nada te cambia tanto como tener un hijo y más si lo tienes pasados los cuarenta. Ahora, mientras escribo este post y mi pequeño Alberto, un terremoto rubio de tres años de edad me revuelve todas las herramientas, rescato esta foto que hice hará dos o tres meses cuando lavamos los peluches que habían formado parte de los primeros años de mi peque para regalarselos a una sobrinilla que tenemos de seis meses. Al verlos allí me entró la nostalgia de cuando mi niño apenas balbuceaba y todavía no andaba y te das cuenta de como crecen de rápido los hijos y de como se va uno haciendo viejo cuando no puedes seguir la marcha que te mete un boniato de menos de un metro de altura que te deja todos los días reventáo.

Es algo muy especial el hecho de ser padre y ver como una personita que es parte de tí, se abre al mundo y empieza a buscar su propia autonomía y aprende y absorbe como una esponja todo lo que le rodea y hace y dice cosas de las que te preguntas,¡donde narices ha aprendido eso!.

Un saludo a todos.