UN PASEO AGRADABLE, UNA VISTA MARAVILLOSA.
La veo todos los días desde mi trabajo allá a lo lejos solitaria y altiva, la silueta de la torre se alza sobre la loma de Reixes, suspendida casi a pico sobre el azul y viejo mar.
Siempre había querido subir a verla de cerca y por una u otra cuestión nunca lo había hecho. Me pasaba lo que a muchos alicantinos que un día se dan cuenta de que tienen setenta años y no han ido a la isla de Tabarca o lo que es peor, no han subido al Castillo
de Santa Bárbara. Así que el otro día me dije “de hoy no pasa”. Cogí las botas, la gorra, la cámara y una botella de agua y después de mirar en Google Earth (alabado sea) partí hacia El Campello.
Llamada de varias maneras: “Torre de Reixes, de La Loma de Reixes, del Barranc de Aigües”, es una de la serie de torres vigías que guardaban la costa de las incursiones de piratas berberiscos como el famoso y temido “Dragut”. Situada sobre la loma es la menos visitada y por ende la más desprotegida de l´Alacantí, al contrario que sus vecinas de la Illeta y el Paradís, lo que la hace más vulnerable al deterioro como pude comprobar.
Se cruza Campello por la nueva circunvalación (que gusto y lo que han tardado en hacerla), se atraviesa el túnel de La Coveta Fumá y se tuerce por la urbanización del “Pueblo Acantilado. No es fácil dar con el acceso al sendero entre tanto chalet, no hay nada que lo indique (me dijeron que antes había un cartel pero que alguien lo quitó). Hay que girar por la segunda calle que sale a mano derecha y aparcar allí el coche.
A la izquierda de un chalet que hay a la derecha de la calle se ve un solar con un trozo de mallazo retorcido y un camino que sube. Se sigue el camino siempre a la derecha bordeando el chalet hasta llegar a un pequeño pretil de roca en donde se ven las rayas blancas y amarillas que indican el comienzo del sendero. A partir de ahí es fácil, la senda está muy bien señalizada (casi diría que en exceso) y la ascensión es suave y cómoda, con solo algunos pasos angostos. La flora es tremendamente variada y merced a las últimas lluvias está realmente preciosa. Romero, cantueso, tomillo, carrascas y flores de todos los colores cuyos nombres desconozco en su mayoría pero que harían las delicias de cualquier amante de la botánica.
La subida transcurre casi todo el rato por la ladera que da al interior, se ve la cumbre del Cabeçó y las lomas de Xixi y Bonalva. La carretera, la autopista y el puente del trenet (quizá el zumbido lejano de los coches es lo único que molesta un poco).
De pronto, el sendero gira a la izquierda y tras superar un pequeño repecho aparece de golpe la torre flanqueada por el horizonte azul del mar y coronado por el no menos azul de un cielo que se antoja inacabable. Merece la pena disfrutar de ese momento, detenernos, secarnos le sudor de la frente, beber un trago de agua y contemplar el paisaje que se pierde más allá del cabo de Santa Pola, antes de seguir camino y recorrer los últimos metros que nos separan del pie de la torre.
Es al llegar al lado de la torre cuando el horizonte se abre ante nosotros en toda su magnificencia. Se puede divisar desde el Peñon de Ifach hasta El cabo Cervera y al frente, millas y millas de mar adentro. Pesqueros que parecen de juguete y sobre ellos el lomo de las gaviotas que cruzan blancas en todas direcciones.
Siéntese el paseante sobre una de los grandes lajas de piedra, aspire el aire mezcla de aromas de mar y montaña y medite sobre estos pequeños rincones de nuestra terreta y su intrínseca belleza y cuando lo crea conveniente, inicie el regreso.
La bajada se hace en un pis Pas y puede el caminante aprovechar para recoger un manojillo de cantueso con el que hacer una infusión digestiva, pues el paseo le habrá abierto el apetito y seguramente ese día comerá más de lo normal.
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