EL NIÑO DE LA MALETA.
Adou llegó hace un mes dentro de una maleta a la frontera de
Ceuta. Su padre había intentado infructuosamente traerlo de manera legal a
Fuerteventura que es donde vive la familia (el padre, la madre y una hermana
mayor) pero la burocracia española se lo había impedido, al parecer por que los
ingresos familiares no llegaban al mínimo exigido por unos 70 euros (ya ves tu)
Así que decidió gastar lo que tenía y lo que no en pagar a unos delincuentes
para que lo trajeran con una documentación falsa. Pero al parecer estos
delincuentes eran tan penosos que no sabían ni falsificar un recibo de la luz y
tuvieron la peregrina y criminal idea de meterlo en una maleta con ruedas y
dársela a una muchacha que por unos euros intentó pasarla por la aduana
ignorando su contenido, aunque sospechando que no era algo limpio (Pero ya se
sabe, el hambre aprieta y en la frontera del Tarajal aprieta con especial
inquina) La impresión del guardia de aduanas debió ser de las que hacen época.
Acostumbrado a contrabandos varios, trapicheos, drogas, móviles robados,
productos falsificados y demás cosas que deben ser allí el pan de cada día, la
nítida imagen de un niño acurrucado en el pequeño habitáculo de lona tuvo que
dejarlo como decía un amigo mío “sin gota de sangre en el bolsillo”. Desde ese
instante todo se disparató y llegó a adquirir por momentos tintes de drama
nacional. Salió mil y una veces en televisiones, radios, diarios, semanales,
páginas web, blogs y hojas parroquiales a lo largo y ancho de la geografía
nacional y parte de la extranjera. El padre ingresó en prisión, el niño fue
llevado a un centro tutelado, la madre fue interrogada… y Tirios y Troyanos
debatieron, opinaron y pontificaron hasta la nausea sobre un hecho, todo hay
que decirlo, sobre el que no habían antecedentes y que pilló a todos con el pié
cambiado.
Hoy, un mes más
tarde, cuando la vorágine informativa e cada día había enterrado la noticia en
algún cajón, el pequeño Adou ha salido del centro de acogida aferrando con una
mano a su madre y con la otra una pequeña maleta (casi tan pequeña como la que
lo trajo a el a nuestro país) en la que tan solo van su ropa y algunos juguetes
que le han regalado. Viajará con su madre y su padre que será pronto puesto en
libertad provisional a Fuerteventura donde tratará de hacer lo que hacen los
niños a los que la vida les da una oportunidad. Divertirse, estudiar y tratar
de olvidar una rocambolesca historia en la que fue involuntario protagonista.
Espero sirvan estas
líneas para recordarnos a todos los que vivimos en un país medianamente
prospero, las miles de historias de los miles de Adous que existen en todo el
mundo y que por desgracia no tendrán tanta suerte y jamás podrán salir de sus
maletas.
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