TIRARSE A LA PISCINA.
Abrí a oscuras el cajón de la ropa interior para no despertar a mi mujer. Busque a tientas sin encontrar un solo calzoncillo cuando caí en la cuenta de que habíamos hecho colada la noche anterior y debían de estar todos mojados. Sin saber porqué abrí el cajón inferior y comencé a buscar hasta que mis manos sintieron el dulce tacto de un encaje y la suave calidez del raso. De manera casi instintiva me puse aquella prenda y termine de vestirme, di un beso a mi esposa y salí a la calle.
Un año después, frente a un espejo, mientras me repasaba el rimel de las pestañas y observaba reflejado el cuerpo desnudo de aquel guapo hombre que dormía a mi espalda no pude dejar de pensar en las vueltas que a veces da la vida.
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