miércoles, octubre 18, 2006


EL CARRO DE MI ABUELO

Este que aquí veis era el carro de mi abuelo. Con el recorría los campos vendiendo telas, hilos y botones. Era un hombre alto, guapo y bueno, que se hacía querer por donde iba. Durante la guerra, con mujer y dos hijos a sus espaldas, se hizo guardia de asalto y eso, unido a que para evitar que los destruyeran, escondió en su corral los libros de la biblioteca del casino(de la que era bibliotecario) le costó una condena de seis años de carcel(de los que cumplió tres) y un año de destierro en Madrid.
Cuando regresó al pueblo, juntó el genero que había podido salvar, pidió prestada una mula y salió a la aventura. Regresó da noche con un kilo de garbanzos, cuatro huevos, dos kilos de harina y un litro de vino. El trueque era la moneda propia de aquellos tiempos y poco a poco fué levantando cabeza. Pasados los años, vió que el pueblo no tenía futuro y se decidió a quemar las naves. Vendió todo lo que tenía(casa, tierra, carro) y emigró con su família a la capital donde su hijo mayor conoció a una linda muchachita, hija de un relojero, por la que bebía los vientos y que a la postre fué la madre de el que esto escribe.
En este mundo supertecnificado y ultraconsumista bien está recordar que hace tan solo dos generaciones, un humilde carro, una tartana tirada por una mula, fué el motor que impulsó a toda una generación a salir adelante y crearse un futuro cuyos descendientes no olvidan ese pasado . Así que cuando critiquen a los emigrantes que vienen aquí, piensen en el carro de mi abuelo y en lo que eramos nosotros hace tan poco tiempo.

5 Comments:

Blogger Quiosquero said...

Esta vez has sido tú quien me ha tocado la fibra sensible. Me has recordado las hazañas de mi abuelo buscando mejorar la vida de su familia y el "estraperlo" que tuvieron que hacer mis tíos para obtener los productos que necesitaban. Mercado de cambio, mula incluida.

1:52 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mi bisabuelo era arriero. Durante un tiempo transportó oro y otras mercancías valiosas entre los puertos de Asturias y la meseta. Era algo así como el Prosegur de entonces. Entre sus últimos trabajos cuenta una especie de autodestrucción. Transportaba al puerto de Pajares las herramientas y los materiales necesarios para construir el ferrocarril que iba a hacer el mismo recorrido que el llevaba años usando. Y más o menos así acabó su negocio.

7:25 p. m.  
Blogger alvarhillo said...

Quiosquero, me alegra que te haya gustado el cuento.Sobre el estraperlo, mi otro abuelo(el relojero)cambió un día un reloj por un saco de almendras y mi abuela hizo tantos almendrados que mi tia, la mayor,los aborreció para toda la vida.
David Álvarez, esa historia que cuentas es muy buena, sería un buen argumento para un libro o una película. Es como una jugarreta del destino.
Un gran saludo.

8:39 p. m.  
Blogger Antonio Martínez Ron said...

Buena historia. Es la herencia que nos queda a los pobres: un montón de buenas historias.

9:49 a. m.  
Blogger alvarhillo said...

Eso y el goze de contarlas, aberrón. A mi me encanta que mi padre me cuente cosas de su infancia y siempre aprendo algo nuevo. Dicen que cuando un hombre muere, desaparece una biblioteca.

9:32 p. m.  

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