EL NEGRE LLOMA
Hoy quiero contaros dos historias, una real y la otra tal vez ficticia y que creo constituye la primera leyenda urbana del siglo XX en mi ciudad de Alicante.
La primera versa sobre un personaje popular que vivió en la ciudad en el primer tercio del siglo. Un simpático y curioso vagabundo llamado John Buck ó John Bull y al que todos conocian por el sobrenombre de "el negre lloma".
Este tal John era al parecer el marmitón de un buque petrolero llamado "Tiflis" que en 1914 se incendió en las proximidades del puerto de Alicante. El resto de la tripulación fué repatriada, pero el decidió quedarse en la ciudad, tal vez atraido por el benigno clima de la "terreta" el caso es que se convirtió en un personaje más de la vida alicantina.
Trabajo no se le conocía, vestía de las ropas que le daba la gente y comía de la caridad ciudadana. se le solía ver por la explanada y aledaños, siempre con los zapatos en la mano o colgados alrededor del cuello zascandileando por la ciudad, entregado al dolce far niente. Tanto fué así que el acervo popular acuñó la frase "eres mes gandul que el negre lloma".
Solía agarrar unas merluzas de aúpa y entonces se dedicaba a piropear a las mujeres con requiebros ininteligibles en su pesimo castellano. Les decia cosas como"muquela coven(se entiende por mujer joven) tu estas comible". Con lo que las mujeres al ver a aquel negrazo enorme, desarrapado y con hambre de días le ponían en las manos una hogaza de pan o unas morcillas.
Fernando Gil Sanchez, en su libro "Alicante una ciudad en el recuerdo"de 1974, decía lo siguiente:
Le llamábamos el negre lloma
sin saber porque, ni cuando le pusieron el grotesco nombre,
ni en que día de burla.
Mas apareció por las calles de Alicante como un circo de un solo actor
aplaudiéndose a si mismo con sus grandes manos, desgastadas y palmiblancas.
Con sus zapatones gigantes, rotos y desgastados.
Con su raido costal de pita, al hombro.
Con su figura monumental, mas enorme por su negror.
Con su sonrisa de lengua roja y dientes blanquísimos.
Con su cabeza de anillado cabello, sucio y blanco de tierras.
Con sus ademanes y movimientos cadenciosos como pasos de baile, como mágicos ritmos.
Con sus pantalones guangos y su chaqueta siempre desabotonada y aleante.
Con su idioma español de un acento tropical, lejano e incitante.
Con su función maravillosa, espectacular, increíble e inocente.
Con su botella de gasolina de la que tomaba sorbos, asombrándonos y los lanzaba en violento chorro sobre un algodón en llamas para apagarlo después dentro de su misma boca.
"El negre lloma" tomó bien pronto carta y adueño de la conversación y en la voz popular y quedo grabado y descrito en la graciosa frase:
"Eres mes vago qu´el negre lloma"
Y es que el pueblo, el artesano, el vendedor, el comprador, el pescador y el labriego, asidos a su cotidiano y necesario trabajo, no pudieron vivir, avenido solo a un espectáculo nimio y simple en el que los niños y los bobos iban y miraban extasiados.
El mismo Gil Sanchez aventura que el busto del negre lloma es la silueta que , coronada de laureles aparece en el escudo del equipo de futbol de la ciudad, el "Hercules".
La segunda historia entronca con el mismo personaje y nos dice que John Buck ó Bull, es decir el famoso negre lloma apareció muerto de hambre o frio o alcoholismo o tal vez todo junto en una cuneta de Vistahermosa, en aquel tiempo las afueras de la ciudad, la madrugada del 20 de noviembre de 1937, aproximadamente a la misma hora en que al otro lado de la ciudad era fusilado Primo de Rivera, el fundador de la Falange.
Como quiera que nuestro John era pobre de solemnidad, tras certificarse su defunción fué enviado al cementerio a cargo del erario público y arrojado a la fosa común que en aquellos años de guerra civil estaba bastante concurrida. Quiso el azar que al mismo tiempo llegaran al camposanto el negre y los fusilados de aquel día y sus inertes cuerpos se mezclaran en improvisado entierro siendo a su vez cubiertos por los que en los siguientes años de lucha fratricida se sumaron por miles.
Acabada la guerra, el franquismo vencedor se apresuró a crear los heroes y mártires de su sangrienta cruzada y los principales mandos falangistas viajaron a Alicante a exhumar los restos de Primo de Rivera para darles la sepultura que ellos pensaban merecía. Es aquí donde entra en escena nuestro personaje pues aunque las crónicas dicen quelos restos fueron perfectamente identificados, aquello, dos años despues era un amasijo ingente de huesos, ropas y escasos restos orgánicos y las malas lenguas populares aseguraron por lo bajini (no eran tiempos de hablar en alta voz) que los despojos que cincomil falangistas llevaron a hombros de Alicante a Madrid no eran otros si no los del pobre marmitón del petrolero Tiflis, el negrito lloma que despues de una azarosa y vagabunda vida reposa en el más fastuoso mausoleo que la locura humana pudiera concebir, el panteón de el valle de los caidos.
Puede que esta historia no sea cierta, puede que solo fuera la sarcastica forma que los perdedores tuvieron de ridiculizar la pena de su derrota, pero a mí me gusta pensar que a veces el cosmos pone de una manera sutil las cosas en su sitio y que el hecho de que los restos de aquel simpático y borrachín vagabundo reposen entre aquellos mármoles solemnes nos recuerda que a la postre no somos más que un soplo de polvo de estrellas.
Gracias a alicantinos por su información.
La primera versa sobre un personaje popular que vivió en la ciudad en el primer tercio del siglo. Un simpático y curioso vagabundo llamado John Buck ó John Bull y al que todos conocian por el sobrenombre de "el negre lloma".
Este tal John era al parecer el marmitón de un buque petrolero llamado "Tiflis" que en 1914 se incendió en las proximidades del puerto de Alicante. El resto de la tripulación fué repatriada, pero el decidió quedarse en la ciudad, tal vez atraido por el benigno clima de la "terreta" el caso es que se convirtió en un personaje más de la vida alicantina.
Trabajo no se le conocía, vestía de las ropas que le daba la gente y comía de la caridad ciudadana. se le solía ver por la explanada y aledaños, siempre con los zapatos en la mano o colgados alrededor del cuello zascandileando por la ciudad, entregado al dolce far niente. Tanto fué así que el acervo popular acuñó la frase "eres mes gandul que el negre lloma".
Solía agarrar unas merluzas de aúpa y entonces se dedicaba a piropear a las mujeres con requiebros ininteligibles en su pesimo castellano. Les decia cosas como"muquela coven(se entiende por mujer joven) tu estas comible". Con lo que las mujeres al ver a aquel negrazo enorme, desarrapado y con hambre de días le ponían en las manos una hogaza de pan o unas morcillas.
Fernando Gil Sanchez, en su libro "Alicante una ciudad en el recuerdo"de 1974, decía lo siguiente:
Le llamábamos el negre lloma
sin saber porque, ni cuando le pusieron el grotesco nombre,
ni en que día de burla.
Mas apareció por las calles de Alicante como un circo de un solo actor
aplaudiéndose a si mismo con sus grandes manos, desgastadas y palmiblancas.
Con sus zapatones gigantes, rotos y desgastados.
Con su raido costal de pita, al hombro.
Con su figura monumental, mas enorme por su negror.
Con su sonrisa de lengua roja y dientes blanquísimos.
Con su cabeza de anillado cabello, sucio y blanco de tierras.
Con sus ademanes y movimientos cadenciosos como pasos de baile, como mágicos ritmos.
Con sus pantalones guangos y su chaqueta siempre desabotonada y aleante.
Con su idioma español de un acento tropical, lejano e incitante.
Con su función maravillosa, espectacular, increíble e inocente.
Con su botella de gasolina de la que tomaba sorbos, asombrándonos y los lanzaba en violento chorro sobre un algodón en llamas para apagarlo después dentro de su misma boca.
"El negre lloma" tomó bien pronto carta y adueño de la conversación y en la voz popular y quedo grabado y descrito en la graciosa frase:
"Eres mes vago qu´el negre lloma"
Y es que el pueblo, el artesano, el vendedor, el comprador, el pescador y el labriego, asidos a su cotidiano y necesario trabajo, no pudieron vivir, avenido solo a un espectáculo nimio y simple en el que los niños y los bobos iban y miraban extasiados.
El mismo Gil Sanchez aventura que el busto del negre lloma es la silueta que , coronada de laureles aparece en el escudo del equipo de futbol de la ciudad, el "Hercules".
La segunda historia entronca con el mismo personaje y nos dice que John Buck ó Bull, es decir el famoso negre lloma apareció muerto de hambre o frio o alcoholismo o tal vez todo junto en una cuneta de Vistahermosa, en aquel tiempo las afueras de la ciudad, la madrugada del 20 de noviembre de 1937, aproximadamente a la misma hora en que al otro lado de la ciudad era fusilado Primo de Rivera, el fundador de la Falange.
Como quiera que nuestro John era pobre de solemnidad, tras certificarse su defunción fué enviado al cementerio a cargo del erario público y arrojado a la fosa común que en aquellos años de guerra civil estaba bastante concurrida. Quiso el azar que al mismo tiempo llegaran al camposanto el negre y los fusilados de aquel día y sus inertes cuerpos se mezclaran en improvisado entierro siendo a su vez cubiertos por los que en los siguientes años de lucha fratricida se sumaron por miles.
Acabada la guerra, el franquismo vencedor se apresuró a crear los heroes y mártires de su sangrienta cruzada y los principales mandos falangistas viajaron a Alicante a exhumar los restos de Primo de Rivera para darles la sepultura que ellos pensaban merecía. Es aquí donde entra en escena nuestro personaje pues aunque las crónicas dicen quelos restos fueron perfectamente identificados, aquello, dos años despues era un amasijo ingente de huesos, ropas y escasos restos orgánicos y las malas lenguas populares aseguraron por lo bajini (no eran tiempos de hablar en alta voz) que los despojos que cincomil falangistas llevaron a hombros de Alicante a Madrid no eran otros si no los del pobre marmitón del petrolero Tiflis, el negrito lloma que despues de una azarosa y vagabunda vida reposa en el más fastuoso mausoleo que la locura humana pudiera concebir, el panteón de el valle de los caidos.
Puede que esta historia no sea cierta, puede que solo fuera la sarcastica forma que los perdedores tuvieron de ridiculizar la pena de su derrota, pero a mí me gusta pensar que a veces el cosmos pone de una manera sutil las cosas en su sitio y que el hecho de que los restos de aquel simpático y borrachín vagabundo reposen entre aquellos mármoles solemnes nos recuerda que a la postre no somos más que un soplo de polvo de estrellas.
Gracias a alicantinos por su información.
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