Hacía tiempo que tenía la intención de fotografiarlos y conservar en imagen este trozo de nuestra historia que se va deteriorando sin que parezca que nádie hace nada para conservarlo y que algún dia puede desaparecer del espacio y la memoria.
Mometos grabados en piedra que nos hablan de como fuimos, de lo que hicimos, de que nos asustaba o que nos hacía feliz. de como pasaba el tiempo, cuando el tiempo, como dijo Jose Hierro, aquí no tenia sentido.
Otros grafitos nos muestran pequeños tableros de juego, un juego que no he sabido descubrir y que nos muestra el ingenio humano para tratar de matar el rato y solo se tiene un clavo viejo y un puñado de guijarros.
En este mundo olvidadizo y con prisas en el que todos parecen querer pasar página, está de moda el hacer borrón y cuenta nueva, olvidar que hace bién poco eramos un pueblo atrasado, miedoso, oprimido, con caminos de tierra, mas carros que coches, hombres con boina y mujeres de negro, cines con escupideras, recojedores de colillas, cocinas económicas, boñigueros, niños con frio y sabañones en las orejas y mujeres que cojían los puntos a las medias. Pero la piedra es persistente y se empeña en recordarnos lo que fuimos y lo que para nuestro pasado más inmediato significó el que unos pocos privilegiados decidieran por las armas seguir manteniendo esos privilegios y provocaran uno de los más terribles episodios de nuestra historia. Unos hechos que ahora, los descendientes de aquellos privilegiados se empeñan en minimizar, equiparar y borrar de la memória colectiva.
Aparte de eso, son toda una joya de la arqueología contemporanea que merecería ser restaurada y conservada para la posteridad.
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